lunes, 24 de marzo de 2008

Mi otra mitad


El jueves 13 de marzo de 2008, recibí una llamada del director médico de mi hospital comunicandome que tenía que ir a trabajar el lunes y martes siguientes a La Palma. La noticia provocó en mí todo menos alegría. "Por supuesto, te puedes negar alegando motivos personales", dijo. Claro! y luego la carta de despido, no! En fin, llamé a mi madre agobiada pensando mil dificultades (¿dónde me quedo?, ¿cómo llego al hospital?¿dónde está el hospital?¿me querrán trasladar allí?...) La reacción de mi madre fue cuanto menos paradógica" Genial! nosotros vamos contigo!!!" Entonces, todo cambió.
Desde los 10 años he intentando que mi padre vuelva a llevame allí, para pasear con él por las fincas... nunca lo logré. Así que, no entiendo cómo mi madre lo convenció tan fácil... supongo que no tenía opción. Además, como tras el fatídico diagnóstico se arreglaron las cosas con la familia palmera lo pasamos genial. Incluso creo que ellos más que yo, al menos estuvieron más tiempo. Cuando llegué el domongo por la mañana, mis padres ya llevaban dos días allí muertos de risa con la familia y sin parar la pata. Recuerdo que mi padre ha salido de mi casa a actividades extrahospitalarias 2 veces en todo el invierno, así que 4 dias en la calle excepto para dormir ha sido digno de ver. Estuve de excursión con mi tío por las plataneras de mi papuchi (AL FIN!!!!) en Tazacorte, almorzando en el mirador de la caldera (pienso organizar una excursión por si se apuntan, promete ser expectacular), por los llanos... al dia siguiente almorcé con una prima hermana de mi padre y su hija María (prima segunda mía) encantadoras en un restaurante típico llamado Chipi, Chipi, donde comí el mejor bistec de cerdo del mundo. Por la tarde paseamos con mi tío por Santa cruz y al día siguiente almorzamos los 3 en un kiosquito de playa en los Cancajos. Al final, lo que iba a ser un desplazamiento traumático por trabajo, acabó en un viaje al pasado de lo más emotivo. De los momentos más entrañables, fue el de la foto. Visitamos a mis abuelos paternos y mi papuchi lloró un poco... vale, se emocionó mucho. Francisca, la mamuchi de mi papuchi murió cuando él nació y Celso, mi abueluchi cuando yo tenía dos meses. Yo los miraba y pensaba:" jo! quizás hubiese tenido familia de verdad!" Mi padre asegura que sí... yo nunca lo sabré, pero me gusta imaginar que sí.